Joaquín Sabina, el legendario cantautor andaluz, abrió la primera noche de su gira de despedida “Hola y Adiós” ante un Auditorio Nacional lleno con 10 mil personas. Con sombrero en mano y una reverencia, Sabina marcó el inicio de un viaje lleno de emociones que promete ser memorable para sus fans en México y el mundo.
El espectáculo comenzó con “Dónde Habita El Olvido”, un tema icónico que preparó al público para una noche cargada de clásicos, poesía y una conexión inigualable. “Que no existan callejones sin salida y que el verso sea una fiesta”, expresó Sabina al inicio, dejando claro que esta no sería una noche triste, sino una celebración de su legado.

Un repertorio para la nostalgia: Joaquín Sabina, entre clásicos y dedicatorias especiales
El concierto tuvo momentos memorables, como la interpretación de “Lágrimas De Mármol”, durante la cual Sabina agradeció al público mexicano por ser parte esencial de su trayectoria. Recordó que México fue el primer país de América en abrirle las puertas y no escatimó palabras para elogiar su hospitalidad.
La velada continuó con éxitos como “Lo Niego Todo”, “Mentiras Piadosas” y “19 Días y 500 Noches”. Cada canción fue coreada por los asistentes, quienes, sombreros en mano, le gritaban “¡No te retires!” cada vez que hacía alusión al final de su carrera.
Uno de los momentos más emotivos fue la dedicatoria de “19 Días y 500 Noches” a sus amigos mexicanos, entre ellos escritores y músicos que lo han acompañado en su camino. “México es más que un país, es un hogar para mí”, comentó visiblemente conmovido.
El público quedó cautivado con interpretaciones emblemáticas como “Peces De Ciudad”, dedicada a su amigo Joan Manuel Serrat, y la melancólica “Calle Melancolía”, que volvió al repertorio después de años de ausencia. Cada canción fue un viaje en el tiempo, un recordatorio de por qué Sabina es una leyenda de la música en español.
El concierto avanzó con temas como “Y Sin Embargo” y “Noche De Bodas”, cerrando con un encore de “Tan Joven Y Tan Viejo”, “Contigo” y “Princesa”. Estas canciones fueron la culminación perfecta para una noche que será recordada como el inicio de la despedida de uno de los artistas más importantes de nuestra época.
Sabina no solo se despidió de un escenario, sino que celebró su vínculo con un país que lo ha acogido desde el inicio de su carrera. El Auditorio Nacional fue testigo de esta relación especial, mientras Sabina, con 75 años de vida y más de cuatro décadas de música, demostró que su arte seguirá vivo en las voces de quienes corearon cada palabra.
La gira “Hola y Adiós”, que agotó seis fechas en el Auditorio Nacional y una más en Guadalajara, es el broche de oro para una carrera que cambió el panorama musical en español.
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