Uno de los paisajes más bellos de nuestro país desde hace ciento de años, enmarca una historia de amor. Hablamos de los volcanes Iztaccíhuatl y el Popocatépetl.  

Aquí te contamos su historia.

  Hace muchos años vivía una hermosa princesa llamada iztaccihuatl, ella se había enamorado de uno de los guerreros del ejército de su padre, Popocatépetl. Un día los enemigos del imperio declararon la guerra al imperio del padre de iztaccihuatl, el decidió mandar a Popocatépetl al mando de todos sus ejércitos para defender el imperio. Semanas después Popocatépetl logro derrotar a sus enemigos, pero un grupo de soldados que envidiaban a Popocatépetl por tener el amor de iztaccihuatl, acudieron al palacio e informaron que Popocatépetl había muerto en batalla.   Al escuchar esto la joven princesa cayo en depresión, a lo pocos días después de una noche ya no volvió a despertar. Cuando llego Popocatépetl y descubrió lo sucedido, cargo a su amada por varios días y la llevo al cerro más alto, hay encendió una antorcha y la sostuvo mientras velaba a su amada la cual había colocado en el piso. Popocatépetl se quedó en ese lugar inmóvil hasta morir de tristeza. Al día siguiente los habitantes del imperio se dieron cuenta que dos nuevos volcanes había nacido, el emperador les dijo que era su hija y su amado, que ahora estarían juntos por siempre.   Se dice que cuando el guerrero Popocatépetl se acuerda de su amada, su corazón que guarda el fuego de la pasión eterna tiembla y su antorcha echa humo.  Por ello hasta hoy en día, el volcán Popocatépetl continúa arrojando fumarolas.

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